Día #42 - La lucha libre con la mujer Chinche

En estos días de gran desarrollo sentimental, de mi nuevo Yo-el-enamorado, encuentro difícil de encontrar los limites de esta pasión desbocada por la mujer Chinche. Yo siendo un ser tan virtuoso y con tanta trascendencia por mi ya sabida multiplicidad parece difícil de creer el compromiso que siento por la mente, espíritu, y cuerpo de la mujer Chinche. Sin embargo, sí así como lo he escrito S.i.n e.m.b.a.r.go, hay días que mi instante con la mujer Chinche se resume en un lucha libre de tres caídas sin limite de tiempo. En esta lucha libre sin mascaras y otras veces con mascaras encuentro a mi Yo-el-enamorado en total desventaja. Hay momentos, como fue el día de ayer, donde prácticamente tirado sobre la lona recibí una serie de golpes en la mente y un sin numero de codazos al corazón. No estoy diciendo que la mujer Chinche sea una luchadora ruda sino su encanto de mujer la transforma en la luchadora más técnica. Ella no me grita fatalidades en la cara o suplica por mis caricias simplemente se ríe en mi cara y me llena de besos ante mi exasperación. Caigo victima de sus encantos y una vez en la lona me remata. Ahí entre los golpes de sus besos reconozco que en realidad soy un luchador rudo sin técnica alguna. ¡Yo, imagínense Yo! Un luchador rudo cuando siempre he presumido de ser un luchador técnico arraigado a la razón y al método. Para acabarla de chingar, en estos últimos días he vivido un salvajismo que creía tener suprimido, y la mujer Chinche tan técnica no ha tardado en aplicarme una llave. Yo con el brazo doblado apenas comencé a escuchar el conteo regresivo he gritado a mis otros Yo’s y estos como hienas salvajes han saltado al ring para ayudarme. ¡Todos contra una, perfecto!

Ya bajo del ring adolorido por los golpes del amor miro alrededor y escucho los insultos de los espectadores, volteo a verles y con soberbia les grito si hijos de su borrega madre Yo y todos los que quieran somos rudos. Escucho a lo lejos a una vieja mentarme la madre.