Dado los eventos de mi mente, la cual funciona con una perspicacia voraz y me lleva hacia momentos sin límite alguno, he decidido comerme las páginas de un libro. Desconozco de cual libro me alimentare, como tengo tantos en mi biblioteca personal debo meditar bien cual podría devorar. Por consabido tengo que me añusgare y tendré que volver a tomar vodka para poder descongestionar mi garganta. ¡No se si deba hacerlo!, pues volver a las andadas del alcoholismo me llevaría a hacia los brazos de mi amada Miseria.
Han pasado cinco horas. Nadie de ustedes se ha dado cuenta, pues después del punto y aparte del último párrafo ustedes han continuado leyendo este pequeño recuento. Como yo han perdido la noción de tiempo. En el espacio blanco que separan este párrafo con el de arriba han suscitado muchos eventos que en este preciso instante trato de recordar. Me agobia la nitidez de lo único que recuerdo, y no se si podría describirlo pues me parece incomprensible. ¡Si ustedes no me entienden menos yo! Pero seria una injusticia no contarles, resulta que comía las hojas de un afamado libro de Borges, no recuerdo cual fascículo o de que colección, menos que el cuento o poema que masticaba. Únicamente recuerdo que lo devoraba con rapidez, con una extraña sensación de que alguien pudiera arrebatármelo, con un gran deseo que ahora es frustración. Lo devoraba sin compasión, no me importaban los horripilantes gritos de los dos hombres que trituraba con mis muelas, uno de esos gritos parecía provenir de un hombre joven mientras los otros gritos eran de un viejo, quizás octogenario. Me daba la impresión de saberme la hojas del cuento a yerbas y flores quizá era un cuento suscitado en algún bosque o parque. Quizá nunca sabré más porque hasta ahí me abarca la memoria.
Ha vuelto a pasar el tiempo, no se cuantas horas lo único que puedo decirles es que he vomitado el libro entero. No ha sido del gusto de mi estomago, los residuos o mejor dicho la porquería con su pestilencia esta estampada en la alfombra de mi habitación. No tengo manera para describir lo que he expulsado de mi estomago, me enferma ver tanta putrefacción, lo único que puedo contarles es que en seguida de darme cuenta de lo que había sucedió mande llamar a Lurias-35, uno de mis tantos perros, para que viniera y lambiera la alfombra y desapareciera de una vez por todas los residuos de un cuento que debí haber devorado con mis ojos y no con mi boca. Ahora solo espero que Lurias-35 comience hablar.
Saturday, October 27, 2007
Dia #7 - Mi hambre por los libros
Posted by
Ivnh
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10:23 AM
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